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domingo, 20 de noviembre de 2011

Back to Amy

Si das un paseo por los alrededores del número 30 de Camden Square, el famoso barrio del norte de Londres, comprobarás que aún hay restos de flores secas en el suelo. Ese altar hecho a medida de la diva, una de las mejores voces que ha dado la música soul los últimos 30 años, sigue perenne, intacto, como si tuviese miedo a desaparecer.
Como si fuese ayer
Y es que sólo han pasado tres meses desde aquel fatídico 23 de Julio, cuando apareció muerta sobre su cama la cantante Amy Winehouse. Tenía 27 años, la edad maldita para muchas estrellas del pop. Con ella se apagaba su voz ronca, sensual, de esas que recordaban a otra época. Como también nos lo recordaba su estética, con ese enorme moño cardado, los ojos pintados de negro, los looks inimitables que tanto le gustaba crear. Es cierto que los últimos años la habían convertido en una persona autodestructiva, insegura, adicta a las sustancias mortíferas que le llevarían directa a lo indeseado. Ya lo decía su padre, que iba por mal camino. Pero ella seguía consumiéndose por dentro, bebiéndose la vida, en el mal de los sentidos. Que los consejos que le daba la gente los aplazaba hasta no hacerlos, y pensaba que el momento nunca llegaría, que la vida no le castigaría. Y cuando le tocó pagar, aún hay gente que le cuesta creérselo.

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